¿Es bueno o malo que los pisos bajen de precio?
Cinco razones por las que sería bueno para todos que los pisos bajaran:
1. Por pura y simple justicia social: los jóvenes están excluidos del mercado de la vivienda, y los que sí alcanzan, lo hacen a costa de un enorme sacrificio en calidad de vida para muchos años.
2. Para potenciar el mercado laboral. A día de hoy la tan cacareada movilidad profesional es imposible: Mudarse a otra ciudad es un tremendo trastorno para el bolsillo, que poca gente puede asumir.
3. Para estimular la natalidad: Si una pareja necesita dos sueldos para poder vivir y tener una vivienda, es imposible plantearse ampliar la familia.
4. Para acabar con la perversión económica que supone el hecho de que las alternativas más rentables para el dinero no se basen en la tecnología, la formación o tan siquiera el trabajo, sino pura y simplemente la actividad especulativa. Así, nadie ha invertido en nada que aumente la productividad.
5. Porque esto supone un trasvase de riqueza de las manos de muchos (los trabajadores jóvenes) a unos pocos (aquellos que se han beneficiado del boom del ladrillo: los promotores inmobiliarios, los propietarios del suelo, los especuladores más listos). A la larga, estamos creando un país fracturado en dos: los ricos y los pobres, cosa que sólo puede crear tensiones y problemas.
Cinco razones por las que conviene que los pisos NO bajen:
1. La familia promedio española tiene su patrimonio en forma de vivienda: si ésta pierde valor, la familia española se empobrece.
2. La actividad económica depende del consumo, y éste a su vez se ha sustentado en gran medida en las compras a crédito, que para cantidades grandes se garantiza vía ampliación de hipoteca. Si los inmuebles se devalúan, no serán posible sostener este ritmo de crédito, el consumo bajaría y se entraría en crisis.
3. La sensación de haber sido estafados colectivamente se adueñaría de toda una generación de hipotecados, con los consiguientes problemas sociales.
4. Una crisis de la construcción, con mucha vivienda terminada y a la venta pero que no se vende debido a los altos precios, nos pone en un dilema: sostener los precios implica detener la producción y por lo tanto aumentar el paro; construir a precios asequibles (VPO por ejemplo) permite mantener el empleo pero implica abandonar a su suerte a todos los que se endeudaron fuertemente y ahora verían sus inmuebles devaluados ante la existencia de alternativas a buen precio.
5. Gran parte del superávit fiscal se debe a los ingresos en concepto de impuestos a la vivienda en sus varias fases. Una parada de la actividad, o una bajada de precios implican una disminución de los ingresos fiscales, que tendrá que ser compensada mediante el aumento de otros impuestos o el recorte de las prestaciones del Estado.